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El sueño de Echmann de
Michel Onfray
Dirigida por Jacqueline
Salazar
Víctor Bustamante
De Kant perduraba una imagen: la del filósofo
adscrito a la norma, a la moral y al carácter de la legalidad, pero una
revisión al juicio, de parte de Hannah Arendt, acerca de que los
dirigentes nazis sabían las tesis de Kant sobre la lay y la
desobediencia, ha creado una discordia, que a final de cuentas es una
manera de revisar una verdad, con lo esquiva que es, que subyace en
los materiales que leía Eichmann en su celda antes de ser enjuiciado
por el estado israelita debido a suscrímenes de guerra.
Esta situación llevó a Michel Onfray a no
dejar desapercibido el hecho de que Eichman leyera y fuera un devoto de Kant, o
sea estableció una conexión entre el filósofo y el dirigente nazi.
Ahora Jacqueline Salazar dirige El Sueño de
Eichmann presentada en el Ateneo con la presencia de su autor, con Michel
Onfray, a quien vemos, caso desusado, en las bancas de los espectadores junto a
su esposa, mirando la obra y aplaudiendo.
Tres personajes: Eichmann al borde del
cadalso y Kant se la pasan discutiendo acerca del entendimiento de la obra del
filósofo y Nietzsche apareciendo y reapareciendo para dar un juicio a esa
conversación, entre Eichhmann y Kant, que transcurre llena de incertidumbre de
ambos lados, teniendo en cuenta que Kant no logra distanciarse de su lector.
Las imágenes del apoteosis nazi nos recuerdan como este momento duro de la
historia está presente con todo su aparato propagandístico.
Jaqueline, con su dirección, nos ha
entregado una propuesta plástica que de inmediato nos lleva de su mano a
seguir, en apariencia, una simple conversación, un ajuste de cuentas
entre el filósofo y entre quien debe pagar por sus crímenes, y lo que en
realidad es una necesidad de plantear como en la cultura se cuela de una manera
irredenta el autoritarismo disfrazado de orden que lleva a la barbarie.
Limpia puesta en escena de un proyecto
iniciado hace unos tres años y que ha ido madurando con la certeza de que
es una presencia y una discusión acerca del intelectual y sus
reinterpretaciones, y además la llegada a Medellín de un filósofo como Michel
Onfray, lo cual es un lujo que mire su obra más allá de su natal Caen.